Si algo sabemos de Valadez, además de inventarse una trama que no existe, a no ser que sea la suya propia para violentar la voluntad popular y la de su propio partido de Estepona, es su carácter de aprendiz de dictadorzuelo lleno de principios, que exige a los demás y que él no cumple. Principios vanos cuya falsedad queda reflejada en sus actuaciones.
La última, la retirada de unas pancartas que, padres de alumnos de un centro esteponero, donde sus hijos estudian provisionalmente, habían colocado en la fachada del centro exigiendo la construcción de un colegio para sus hijos y protestando por las condiciones de la parcela donde habrá de construirse el definitivo, cerca de un punto limpio, en un terreno de muy mala calidad y de pocos metros, lo que obligará a construirlo en varias plantas, a pesar de tratarse de un colegio de infantil. En ningún caso las pancartas recogían textos calumniantes contra nadie, sólo exponían y denunciaban algo que es un hecho sin que esto suponga ningún atentado contra el honor de nadie. Sin embargo al "Duce" Valadez no le pareció tal, presumiblemente, pues éste y no otro debió ser la materia gris que ordenó su retirada. Lo digo porque si no habría que atribuírselo al director del colegio, que debería saber que él no tiene competencias para ello.
Estos días hemos visto como desde las propias universidades se vertían calumnias contra los propios magistrados del Tribunal Supremo por juzgar a Garzón. ¿Por qué prohibir pues el ejercicio de la libertad de expresión, correctamente expresada desde un colegio público?
La noticia recogida en ese diario digital no dice de quién o quienes surgió la orden de retirar las pancartas pero el pueblo de Estepona debería saberlo para que se les conozcan por sus obras, y sepamos catalogarlos, pues seguro que después, ante la ignorancia de los demás se proclaman como "luchadores por las libertades" y se atreven incluso a calificar a alguien de fascista, que de eso hay muchos en esta democracia de pacotilla que el régimen andaluz lleva diseñando desde hace 30 años. Más o menos desde que el ínclito dio a luz para sublevar la democracia en Estepona.
Estos días hemos visto como desde las propias universidades se vertían calumnias contra los propios magistrados del Tribunal Supremo por juzgar a Garzón. ¿Por qué prohibir pues el ejercicio de la libertad de expresión, correctamente expresada desde un colegio público?
La noticia recogida en ese diario digital no dice de quién o quienes surgió la orden de retirar las pancartas pero el pueblo de Estepona debería saberlo para que se les conozcan por sus obras, y sepamos catalogarlos, pues seguro que después, ante la ignorancia de los demás se proclaman como "luchadores por las libertades" y se atreven incluso a calificar a alguien de fascista, que de eso hay muchos en esta democracia de pacotilla que el régimen andaluz lleva diseñando desde hace 30 años. Más o menos desde que el ínclito dio a luz para sublevar la democracia en Estepona.
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