D. Félix Troyano Uceda. Alcalde de Estepona en varios periodos republicanos. El último, tras las elecciones de febrero de 1936. Su determinación y valentía contra los execrables actos que pretendían cometer los marxistas locales evitó un baño de sangre en el municipio que podría haber resultado mucho más grave aún que lo ocurrido en Casares.
En el pueblo de Estepona tuvimos el ejemplo de un hombre excepcional, llevando las riendas del municipio durante la dominación marxista y todo lo que ello significó para una persona de un extraordinario talante, honradez y determinación; muy alejado de los ideales marxistas de aquellos que eran sus coetáneos políticos; quienes desahogaron su odio contra sus propios convecinos y desearon sus asesinatos. En lo que pudo, puso freno a esas intenciones y, como él mismo diría, “no voy a permitir que Estepona se manche de sangre”. Casos como el del carismático y valeroso alcalde esteponero durante la guerra, existen algunos otros a lo largo y ancho de todo el territorio español; sin embargo, desgraciadamente, la gran mayoría de ellos se perderán si sus historias quedan sólo en la memoria de aquellos que los conocieron. Merece la pena, pues, dedicar un apartado a este gran esteponero alcalde de todos, por encima de ideologías.
Según nos cuenta en una entrevista realizada en febrero de 2007 don Juan Usero, superviviente del éxodo Málaga-Almería, el alcalde republicano, don Félix Troyano, plantó cara a los propios elementos marxistas más radicales del pueblo, negándose a firmar la orden de ejecución de 24 derechistas, hechos prisioneros por él mismo (según manifiesta su hija Felisa) para ponerlos a buen recaudo cuando estalló el movimiento, a los que éstos pretendían ejecutar. Finalmente fueron casi 50 los vecinos que intentó proteger el alcalde esteponero, aunque no pudo evitar que con nocturnidad, premeditación y alevosía, las patrullas de la FAI (y la del "famoso" "Coche Fantasta"), acompañadas de marxistas locales dieran muerte a 15 de ellos. Esta negativa a fusilar a sus conciudadanos, calificada como una verdadera hazaña por nuestro interlocutor, le valió el perdón por parte de las tropas de Queipo de Llano, a su entrada en Estepona, quien le respetó la vida; si bien a pesar de aquel acto de heroísmo y confraternidad no le privó de un periplo en la cárcel (donde permaneció hasta 1940) y cuatro años de destierro hasta 1944. En esa fecha se le expidió la orden del levantamiento de su “sanción de confinamiento” que cumplía en Valencia. Así ensalza don Juan Usero, la figura del entrañable alcalde esteponero:
Mira, no era para menos, pues esta buenísima persona (...) los del bando republicano detuvieron a veinticuatro del bando contrario y los metieron en la cárcel. Un mal día fueron a sacarlos a todos para fusilarlos, pero no contaron con la actitud de la primera autoridad del pueblo que era el alcalde. Con la actitud de este buen hombre que dijo: ¡Aquí ni hablar!. Se negó a firmar la orden de fusilamiento y se salvaron los 24 prisioneros. Luego, al entrar en el pueblo los nacionales, le perdonaron la vida.
Esto ocurrió en esos seis meses entre julio del 36 y enero del 37. Que no le pasara nada, eso es rarísimo. Porque, por mucho menos, hubieran cogido, y lo hubieran fusilado y quitado a la familia de en medio. —“ (Sic)
D. Félix Troyano Uceda, había nacido en Estepona el 2 de agosto de 1887. De profesión calafate, ostentó la alcaldía entre 1932 y 1934 y fue nuevamente elegido máxima autoridad local tras las elecciones de febrero de 1936. Tenía dos hijos: Nicolás y Francisco, y una hija llamada Felisa. Cumplió 49 años a las dos semanas de estallar la sublevación y, según el escritor y político esteponero D. Manuel Sánchez Bracho, le unía una gran amistad con el también recién nombrado Ministro de Trabajo y posterior Ministro de Hacienda, D. Enrique Ramos, quien era un gran conocedor y amante de Estepona. Por lo que no dudó en recurrir a él para resolver problemas planteados por la población.
Con la caída de Estepona en manos nacionales, Troyano sería depuesto (algo habitual tras las conquistas nacionalistas). Pero su vida le fue respetada ocupando su lugar, desde el día 16 de enero de 1937, D. Francisco Espinosa Carrasco. Como gestores de la nueva Corporación fueron nombrados: D. José García Aguilar, D. Francisco Marmolejo Gil, D. Francisco Sánchez Vázquez y D. Rafael Vílchez Madrid; según relata en su libro “Un encuentro con Estepona” el citado autor.
Su hija Felisa, citada anteriormente, recuerda que antes de las elecciones del 36, ella y sus hermanos residían con sus padres en Melilla, donde él trabajaba en tareas de funcionario de intendencia en aquella plaza del Protectorado y recibía un buen sueldo. Sin embargo, para esa fecha electoral decidió volver y encabezar la lista de nuevo por su partido Izquierda Republicana, a pesar de la opinión en contra de su esposa quien le suplicaba que no se presentase. Parecía como si en su interior algo le llamase a dirigir los destinos de aquella Estepona que tanto quería, cuyo nombre y prestigio correría peligro meses después, para honrarla de cara a las generaciones futuras forzando el devenir “lógico” que el destino le hubiera deparado al pueblo de no haber sido por su providencial mandato.
Siguiendo con las declaraciones de su hija doña Felisa, nos comenta que siempre se le despierta la emoción cuando recuerda, a pesar de su corta edad por entonces, como “todo el pueblo de Estepona” se desplazó a Málaga para mostrarle su agradecimiento a su padre cuando salió de la cárcel, allá por 1940. Sin embargo, la integridad de este republicano, su valentía, arrojo y honestidad, a prueba de balas y bombas (nunca mejor dicho), han sido utilizadas en los últimos años por aquellos descendientes ideológicos de los grupos marxistas que querían sembrar de odio Estepona, quienes ensalzan e identifican ahora tergiversadamente su memoria, orgullosos de los actos que precedieron a esta gran persona de ideología humana y atemporal, sin entender que los valores de don Félix Troyano estaban muy distantes de los que estos grupos defendían; cuyos dogmas partidistas anteponían a la salvaguarda de la vida de las personas. El más claro ejemplo de lo expuesto lo representa hoy en Estepona un político y activista radical y ecologista, pasado a este movimiento después de ser expulsado de Izquierda Unida, llamado Gerardo Galán. El 13 de mayo de 2011 este sujeto utilizaba el prestigio ganado por sus actos y la imagen de verdadero demócrata del alcalde republicano esteponero, para hacer suyos los valores que defendió y justificar así o argumentar una de sus habituales críticas contra el actual regidor esteponero, señor García Urbano. Su artículo es un verdadero atentado contra la Historia de Estepona, a la cual tergiversa bastardamente, y contra la verdad histórica. Es una clara difamación histórica. Un palpable ejemplo de la habitual manipulación izquierdista sobre hechos históricos. El artículo en cuestión, aparecido en la fecha citada, en el semanario Estepona Información se refiere en estos términos difamadores, referidos tanto a la Historia en General, como a la figura de don Félix Troyano, en particular. Ojo a la primera línea:
“— (...) Me quejaré de su desconocimiento de la historia de Estepona que, como el presente y el futuro, le importan un pimiento visto lo visto. Intolerable que anteponga la figura del militar franquista a la de un personaje clave en nuestra historia como fue D. Félix Troyano, último alcalde de la República, brutalmente asesinado por los que décadas después colocaron a Farinós de alcalde de la dictadura, un puesto que únicamente a los esteponeros compete designar.
No negaré la obra por la que es recordado Ángel Farinós, el Paseo Marítimo, que le encumbró en la memoria colectiva como “un buen alcalde”. Pero el mismo hecho de su nombramiento, ilegítimo y en nombre de un gobierno criminal me impide recordarle como “el mejor alcalde”, y más teniendo el ejemplo de Félix Troyano, alcalde y mártir de la democracia. (...)—“
El artículo completo fue publicado en su blog (además de en el citado semanario), y numerosos esteponeros, tanto en su web como en otros foros de Estepona le han hecho ver su error para que lo rectifique, pero no se ha dignado a admitirlo; lo cual habla por si solo sobre el concepto que este político agitador ecolo-comunista tiene de la ética. Como creo que ya hemos apuntado, tras varios años de cárcel y cuatro de destierro (unos siete años sancionado en total), don Félix Troyano Uceda vivió hasta los 84 años en Estepona y falleció, de muerte natural o por causas de la edad, durante los primeros años de la década de los setenta. Es falso, pues —y este político agitador lo sabe al menos desde el día después de hacer público el citado artículo como mínimo—, que muriese en manos de las tropas franquistas; como es igualmente osado, tergiversador y esperpéntico, además, que este personaje anacrónico, surgido del más rancio radicalismo izquierdista (como al que tuvo que hacerle frente y luchar en 1936 el alcalde esteponero), quiera atribuirse ahora la defensa y hacer suyos los valores que defendió don Félix Troyano sin importarle llegar a tales falacias sobre la realidad de los hechos históricos.
El artículo se llama “Estatua Ecuestre” y en el momento de escribir estas líneas, un año después de su publicación, aún continúa en los mismos términos; como si se tratase de un agente intoxicador de incautos que lleguen a su web y desconozcan la verdadera Historia de Estepona y de este gran personaje que dio su suelo. Pueden encontrar esta atrocidad histórica fácilmente buscando en Google: “Gerardo Galán, estatua ecuestre” o bien en su propio blog: www.gerardo-galan.blogspot.com, que se llama “Reverde con Causa”.
Como anécdota reseñar que durante el primer mandato de don Félix Troyano, un año después de proclamarse la II República, el Ayuntamiento de Estepona sería uno de los primeros de España en oponerse oficialmente al Estatuto Catalán, por considerar que iba contra la unidad de España. El escrito data de 12 de Mayo de 1932. Curiosamente, por otra parte, don Félix Troyano fue elegido para representar a Estepona ante la asamblea de Sevilla del 5 de julio del 36, donde se debatió sobre la conveniencia de redactar un estatuto autonómico en Andalucía. Parece ser también que, en cierto período, tras la toma nacionalista del pueblo, un sacerdote de Estepona lo tuvo refugiado en casa de su hermana, para que no cayera en manos de los militares sublevados.
La memoria de este gran hombre noble esteponero, permaneció oculta en los archivos a lo largo de las primeras décadas de la actual democracia, y tuvo que ser el alcalde madrileño, Jesús Gil Marín (1995-1999), quien rememorara su trayectoria y le pusiera su nombre a una calle esteponera y a su figura en el lugar que le corresponde.
D. Félix Troyano demostró su valía justo en los peores momentos a los que a un hombre se le puede exigir tal: en plena guerra civil, arriesgándose a morir en la defensa de esos valores universales que defendió hasta su muerte. Hasta entonces fue un ejemplo vivo de convivencia, respeto y tolerancia y dejó muy alto el listón de Estepona entre tanta desolación, tragedia, violencia y desarraigo como acarreó aquel enfrentamiento entre españoles y puestos de manifiesto en Casares, el municipio más castigado de este partido judicial durante la dominación marxista.
En una ocasión fue blanco de un atentado contra su vida cometido en el bar La Mezquita, mientras departía con otros vecinos. Los hechos transcurrieron mientras estaba sentado charlando alrededor de una mesa con varios contertulios, cuando de repente un vecino de Estepona, sin que nadie se hubiese percatado, le asestó una puñalada por detrás que le atravesó el costado. Don Félix miró el cuchillo clavado en su cuerpo y sin quitárselo de la herida se levantó y emprendió la persecución de su atacante; quien resultó ser un vecino apodado “Turrillo”.
Según varios historiadores, un informe de Falange fechado en 1937, lo sitúa como instigador de los incendios de varios centros religiosos que ardieron en Estepona entre febrero y julio del 36. No obstante, según testimonio de su hija —y los de otras fuentes orales que hemos consultado para contrastar esta versión—, la realidad fue bien distinta. La razón de que el señor Troyano fuese visto (tal como afirma el documento citado), entre los agitadores que prendieron fuego a los edificios religiosos, no fue otra que la de ordenar e intentar atajar aquellos desmanes haciendo acto de presencia en dichos lugares y poniéndose el primero “manos a la obra” para extinguirlos.
Según testifican muchos esteponeros de distintas tendencias políticas, y nos ha confirmado su propia hija doña Felisa, cada vez que tenía conocimiento de alguno de estos desmanes, enviaba a alguien a poner orden o incluso, si estaba en disposición, acudía él mismo a ponerle fin; enfrentándose a los agitadores y poniendo en riesgo su propia vida.
En ese sentido, doña Felisa nos cuenta que en una ocasión, mientras ardía la iglesia de Los Remedios, tuvo que ordenar a la Guardia Civil que actuara contra los agitadores y él mismo efectuó disparos al aire para expulsar del edificio a los incendiarios y proceder a extinguir el incendio. Siempre se lo oyó decir, sobre estos sucesos, que “los santos no se meten con nadie”.
Durante los años de destierro, que cumplió el 20 de noviembre de 1944, trabajó en el puerto de la citada ciudad levantina de Valencia, en su actividad de calafate. A su vuelta a Estepona se dedicó a la agricultura en una finca propiedad de su mujer, en la zona conocida como “el Bujeo”, hasta que la edad se lo permitió.
Su hija recuerda con tristeza y melancolía que, cuando por primera vez su familia se disponía a pasar las primeras navidades juntos —después de los años que estuvo sancionado—, la Guardia Civil se presentó en el domicilio familiar y se llevó detenido tanto a él, como a su hijo Nicolás (el mayor de los tres, que con el tiempo fue un conocido sastre esteponero). La detención se debió a que en el lugar conocido como “el Quiosco”, durante una velada festiva juvenil, hizo explosión un pequeño artefacto que rompió los cristales del local. Ese día detuvieron a muchos esteponeros como posibles autores. No obstante él fue puesto en libertad sin cargos el día 5 de enero (doce días después), con lo cual también se postergó para el año siguiente la reunión familiar en fechas tan señaladas. No obstante, a su hija Felisa, quien tenía ya doce años por entonces, vísperas de aquel día de la Epifanía, le pareció el mejor y más deseado regalo de Reyes que jamás hubiera podido imaginar.
Según nos cuenta en una entrevista realizada en febrero de 2007 don Juan Usero, superviviente del éxodo Málaga-Almería, el alcalde republicano, don Félix Troyano, plantó cara a los propios elementos marxistas más radicales del pueblo, negándose a firmar la orden de ejecución de 24 derechistas, hechos prisioneros por él mismo (según manifiesta su hija Felisa) para ponerlos a buen recaudo cuando estalló el movimiento, a los que éstos pretendían ejecutar. Finalmente fueron casi 50 los vecinos que intentó proteger el alcalde esteponero, aunque no pudo evitar que con nocturnidad, premeditación y alevosía, las patrullas de la FAI (y la del "famoso" "Coche Fantasta"), acompañadas de marxistas locales dieran muerte a 15 de ellos. Esta negativa a fusilar a sus conciudadanos, calificada como una verdadera hazaña por nuestro interlocutor, le valió el perdón por parte de las tropas de Queipo de Llano, a su entrada en Estepona, quien le respetó la vida; si bien a pesar de aquel acto de heroísmo y confraternidad no le privó de un periplo en la cárcel (donde permaneció hasta 1940) y cuatro años de destierro hasta 1944. En esa fecha se le expidió la orden del levantamiento de su “sanción de confinamiento” que cumplía en Valencia. Así ensalza don Juan Usero, la figura del entrañable alcalde esteponero:
“—Por cierto que cuando entraron en Estepona los nacionales, era alcalde D. Félix Troyano, ¡de tan buen recuerdo! Era... tú sabes que la gente cuando habla dicen que los alcaldes tienen que tener carrera... ¡Que va!, lo que tienen que tener es sentido común. Que sea una persona seria y competente y que quiera a su pueblo. Pues este hombre era calafate. Calafate es carpintero de ribera. Y no lo dudó y no le ocurrió nada, fíjate. ¡Claro!, cómo le iba a ocurrir, con el hecho o la hazaña, porque era una hazaña lo que hizo.
Mira, no era para menos, pues esta buenísima persona (...) los del bando republicano detuvieron a veinticuatro del bando contrario y los metieron en la cárcel. Un mal día fueron a sacarlos a todos para fusilarlos, pero no contaron con la actitud de la primera autoridad del pueblo que era el alcalde. Con la actitud de este buen hombre que dijo: ¡Aquí ni hablar!. Se negó a firmar la orden de fusilamiento y se salvaron los 24 prisioneros. Luego, al entrar en el pueblo los nacionales, le perdonaron la vida.
Esto ocurrió en esos seis meses entre julio del 36 y enero del 37. Que no le pasara nada, eso es rarísimo. Porque, por mucho menos, hubieran cogido, y lo hubieran fusilado y quitado a la familia de en medio. —“ (Sic)
D. Félix Troyano Uceda, había nacido en Estepona el 2 de agosto de 1887. De profesión calafate, ostentó la alcaldía entre 1932 y 1934 y fue nuevamente elegido máxima autoridad local tras las elecciones de febrero de 1936. Tenía dos hijos: Nicolás y Francisco, y una hija llamada Felisa. Cumplió 49 años a las dos semanas de estallar la sublevación y, según el escritor y político esteponero D. Manuel Sánchez Bracho, le unía una gran amistad con el también recién nombrado Ministro de Trabajo y posterior Ministro de Hacienda, D. Enrique Ramos, quien era un gran conocedor y amante de Estepona. Por lo que no dudó en recurrir a él para resolver problemas planteados por la población.
Documento cedido por doña Felisa Troyano en el que se le comunica a su padre el final de la sanción que cumplía enValencia. Data de 20 de noviembre de 1944 y se le informa que puede establecer su residencia en el lugar “que estime más conveniente”.
Con la caída de Estepona en manos nacionales, Troyano sería depuesto (algo habitual tras las conquistas nacionalistas). Pero su vida le fue respetada ocupando su lugar, desde el día 16 de enero de 1937, D. Francisco Espinosa Carrasco. Como gestores de la nueva Corporación fueron nombrados: D. José García Aguilar, D. Francisco Marmolejo Gil, D. Francisco Sánchez Vázquez y D. Rafael Vílchez Madrid; según relata en su libro “Un encuentro con Estepona” el citado autor.
Su hija Felisa, citada anteriormente, recuerda que antes de las elecciones del 36, ella y sus hermanos residían con sus padres en Melilla, donde él trabajaba en tareas de funcionario de intendencia en aquella plaza del Protectorado y recibía un buen sueldo. Sin embargo, para esa fecha electoral decidió volver y encabezar la lista de nuevo por su partido Izquierda Republicana, a pesar de la opinión en contra de su esposa quien le suplicaba que no se presentase. Parecía como si en su interior algo le llamase a dirigir los destinos de aquella Estepona que tanto quería, cuyo nombre y prestigio correría peligro meses después, para honrarla de cara a las generaciones futuras forzando el devenir “lógico” que el destino le hubiera deparado al pueblo de no haber sido por su providencial mandato.
Siguiendo con las declaraciones de su hija doña Felisa, nos comenta que siempre se le despierta la emoción cuando recuerda, a pesar de su corta edad por entonces, como “todo el pueblo de Estepona” se desplazó a Málaga para mostrarle su agradecimiento a su padre cuando salió de la cárcel, allá por 1940. Sin embargo, la integridad de este republicano, su valentía, arrojo y honestidad, a prueba de balas y bombas (nunca mejor dicho), han sido utilizadas en los últimos años por aquellos descendientes ideológicos de los grupos marxistas que querían sembrar de odio Estepona, quienes ensalzan e identifican ahora tergiversadamente su memoria, orgullosos de los actos que precedieron a esta gran persona de ideología humana y atemporal, sin entender que los valores de don Félix Troyano estaban muy distantes de los que estos grupos defendían; cuyos dogmas partidistas anteponían a la salvaguarda de la vida de las personas. El más claro ejemplo de lo expuesto lo representa hoy en Estepona un político y activista radical y ecologista, pasado a este movimiento después de ser expulsado de Izquierda Unida, llamado Gerardo Galán. El 13 de mayo de 2011 este sujeto utilizaba el prestigio ganado por sus actos y la imagen de verdadero demócrata del alcalde republicano esteponero, para hacer suyos los valores que defendió y justificar así o argumentar una de sus habituales críticas contra el actual regidor esteponero, señor García Urbano. Su artículo es un verdadero atentado contra la Historia de Estepona, a la cual tergiversa bastardamente, y contra la verdad histórica. Es una clara difamación histórica. Un palpable ejemplo de la habitual manipulación izquierdista sobre hechos históricos. El artículo en cuestión, aparecido en la fecha citada, en el semanario Estepona Información se refiere en estos términos difamadores, referidos tanto a la Historia en General, como a la figura de don Félix Troyano, en particular. Ojo a la primera línea:
“— (...) Me quejaré de su desconocimiento de la historia de Estepona que, como el presente y el futuro, le importan un pimiento visto lo visto. Intolerable que anteponga la figura del militar franquista a la de un personaje clave en nuestra historia como fue D. Félix Troyano, último alcalde de la República, brutalmente asesinado por los que décadas después colocaron a Farinós de alcalde de la dictadura, un puesto que únicamente a los esteponeros compete designar.
No negaré la obra por la que es recordado Ángel Farinós, el Paseo Marítimo, que le encumbró en la memoria colectiva como “un buen alcalde”. Pero el mismo hecho de su nombramiento, ilegítimo y en nombre de un gobierno criminal me impide recordarle como “el mejor alcalde”, y más teniendo el ejemplo de Félix Troyano, alcalde y mártir de la democracia. (...)—“
El artículo completo fue publicado en su blog (además de en el citado semanario), y numerosos esteponeros, tanto en su web como en otros foros de Estepona le han hecho ver su error para que lo rectifique, pero no se ha dignado a admitirlo; lo cual habla por si solo sobre el concepto que este político agitador ecolo-comunista tiene de la ética. Como creo que ya hemos apuntado, tras varios años de cárcel y cuatro de destierro (unos siete años sancionado en total), don Félix Troyano Uceda vivió hasta los 84 años en Estepona y falleció, de muerte natural o por causas de la edad, durante los primeros años de la década de los setenta. Es falso, pues —y este político agitador lo sabe al menos desde el día después de hacer público el citado artículo como mínimo—, que muriese en manos de las tropas franquistas; como es igualmente osado, tergiversador y esperpéntico, además, que este personaje anacrónico, surgido del más rancio radicalismo izquierdista (como al que tuvo que hacerle frente y luchar en 1936 el alcalde esteponero), quiera atribuirse ahora la defensa y hacer suyos los valores que defendió don Félix Troyano sin importarle llegar a tales falacias sobre la realidad de los hechos históricos.
El artículo se llama “Estatua Ecuestre” y en el momento de escribir estas líneas, un año después de su publicación, aún continúa en los mismos términos; como si se tratase de un agente intoxicador de incautos que lleguen a su web y desconozcan la verdadera Historia de Estepona y de este gran personaje que dio su suelo. Pueden encontrar esta atrocidad histórica fácilmente buscando en Google: “Gerardo Galán, estatua ecuestre” o bien en su propio blog: www.gerardo-galan.blogspot.com, que se llama “Reverde con Causa”.
Como anécdota reseñar que durante el primer mandato de don Félix Troyano, un año después de proclamarse la II República, el Ayuntamiento de Estepona sería uno de los primeros de España en oponerse oficialmente al Estatuto Catalán, por considerar que iba contra la unidad de España. El escrito data de 12 de Mayo de 1932. Curiosamente, por otra parte, don Félix Troyano fue elegido para representar a Estepona ante la asamblea de Sevilla del 5 de julio del 36, donde se debatió sobre la conveniencia de redactar un estatuto autonómico en Andalucía. Parece ser también que, en cierto período, tras la toma nacionalista del pueblo, un sacerdote de Estepona lo tuvo refugiado en casa de su hermana, para que no cayera en manos de los militares sublevados.
La memoria de este gran hombre noble esteponero, permaneció oculta en los archivos a lo largo de las primeras décadas de la actual democracia, y tuvo que ser el alcalde madrileño, Jesús Gil Marín (1995-1999), quien rememorara su trayectoria y le pusiera su nombre a una calle esteponera y a su figura en el lugar que le corresponde.
D. Félix Troyano demostró su valía justo en los peores momentos a los que a un hombre se le puede exigir tal: en plena guerra civil, arriesgándose a morir en la defensa de esos valores universales que defendió hasta su muerte. Hasta entonces fue un ejemplo vivo de convivencia, respeto y tolerancia y dejó muy alto el listón de Estepona entre tanta desolación, tragedia, violencia y desarraigo como acarreó aquel enfrentamiento entre españoles y puestos de manifiesto en Casares, el municipio más castigado de este partido judicial durante la dominación marxista.
En una ocasión fue blanco de un atentado contra su vida cometido en el bar La Mezquita, mientras departía con otros vecinos. Los hechos transcurrieron mientras estaba sentado charlando alrededor de una mesa con varios contertulios, cuando de repente un vecino de Estepona, sin que nadie se hubiese percatado, le asestó una puñalada por detrás que le atravesó el costado. Don Félix miró el cuchillo clavado en su cuerpo y sin quitárselo de la herida se levantó y emprendió la persecución de su atacante; quien resultó ser un vecino apodado “Turrillo”.
Según varios historiadores, un informe de Falange fechado en 1937, lo sitúa como instigador de los incendios de varios centros religiosos que ardieron en Estepona entre febrero y julio del 36. No obstante, según testimonio de su hija —y los de otras fuentes orales que hemos consultado para contrastar esta versión—, la realidad fue bien distinta. La razón de que el señor Troyano fuese visto (tal como afirma el documento citado), entre los agitadores que prendieron fuego a los edificios religiosos, no fue otra que la de ordenar e intentar atajar aquellos desmanes haciendo acto de presencia en dichos lugares y poniéndose el primero “manos a la obra” para extinguirlos.
Según testifican muchos esteponeros de distintas tendencias políticas, y nos ha confirmado su propia hija doña Felisa, cada vez que tenía conocimiento de alguno de estos desmanes, enviaba a alguien a poner orden o incluso, si estaba en disposición, acudía él mismo a ponerle fin; enfrentándose a los agitadores y poniendo en riesgo su propia vida.
En ese sentido, doña Felisa nos cuenta que en una ocasión, mientras ardía la iglesia de Los Remedios, tuvo que ordenar a la Guardia Civil que actuara contra los agitadores y él mismo efectuó disparos al aire para expulsar del edificio a los incendiarios y proceder a extinguir el incendio. Siempre se lo oyó decir, sobre estos sucesos, que “los santos no se meten con nadie”.
Durante los años de destierro, que cumplió el 20 de noviembre de 1944, trabajó en el puerto de la citada ciudad levantina de Valencia, en su actividad de calafate. A su vuelta a Estepona se dedicó a la agricultura en una finca propiedad de su mujer, en la zona conocida como “el Bujeo”, hasta que la edad se lo permitió.
Su hija recuerda con tristeza y melancolía que, cuando por primera vez su familia se disponía a pasar las primeras navidades juntos —después de los años que estuvo sancionado—, la Guardia Civil se presentó en el domicilio familiar y se llevó detenido tanto a él, como a su hijo Nicolás (el mayor de los tres, que con el tiempo fue un conocido sastre esteponero). La detención se debió a que en el lugar conocido como “el Quiosco”, durante una velada festiva juvenil, hizo explosión un pequeño artefacto que rompió los cristales del local. Ese día detuvieron a muchos esteponeros como posibles autores. No obstante él fue puesto en libertad sin cargos el día 5 de enero (doce días después), con lo cual también se postergó para el año siguiente la reunión familiar en fechas tan señaladas. No obstante, a su hija Felisa, quien tenía ya doce años por entonces, vísperas de aquel día de la Epifanía, le pareció el mejor y más deseado regalo de Reyes que jamás hubiera podido imaginar.
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