Cuando Valadez llegó a la alcaldía, hace ya más de dos años, el Ayuntamiento de Estepona no estaba exento de problemas, como le sucede a la mayoría de los ayuntamientos españoles, pero su situación desde el punto económico era bastante solvente.
Así lo pone de manifiesto un certificado del Tesorero Municipal, D. Félix Rodríguez Pimienta, fechado el 16 de junio del 2008, pocos días antes de la llegada de David Valadez a la alcaldía, que nos confirma que en las arcas municipales había en esa fecha 32.119.718,19 millones de euros, es decir, alrededor de 5.500.000 millones de las antiguas pesetas.
Además, el Ayuntamiento de Estepona, recibía cada mes del Patronato Provincial de Recaudación, organismo dependiente de la Diputación Provincial de Málaga, la suma de 3.816.000 euros por la cesión de algunos impuestos. De esta importante cantidad, el Ayuntamiento de Estepona destinaba 3 millones de euros para pagar las nóminas mensuales de todo su personal, 300.000 euros a sus compromisos con los bancos y 500.000 euros los reservaba para pagar a los pequeños proveedores y a mantener el buen funcionamiento de los servicios municipales: alumbrado, parque móvil, limpieza de colegios y edificios públicos, teléfonos, jardines, playas, etc.
Los pagos a la Seguridad Social y Hacienda se afrontaban, en su mayor parte, con los fondos que le correspondía al Ayuntamiento de Estepona por su participación en los tributos del Estado.
Y todo ello sin contar con que el Ayuntamiento tiene también otros ingresos por licencias de obras, tasas, precios públicos, convenios, subvenciones, etc. Sólo el convenio con la familia Real Saudí, firmado por la anterior corporación en junio del 2008, conllevaba unos ingresos para las arcas municipales de más de 8 millones de euros.
Pero Valadez, por incapacidad, por ignorancia o pensando tal vez que podía vivir de las rentas, trastocó toda la política económica y la situación dio un vuelco de ciento ochenta grados. Si a su falta de gestión en la búsqueda de nuevos ingresos, le añadimos la paralización del PGOU, que provocó una importante disminución de los ingresos procedentes del urbanismo, y el aplazamiento “sine die” de las medidas de ajuste previstas para adecuar el ayuntamiento a la nueva situación (prejubilaciones, externalización de servicios, refinanciar las deudas, etc.), el resultado a medio plazo no podía ser otro que el hundimiento económico del Ayuntamiento. Ya con el agua al cuello y para poner la guinda a su enorme pifia, decidió pagar las nóminas utilizando el dinero proveniente de los convenios urbanísticos, cuando la utilización de ese dinero está expresamente prohibida por la ley. Además, y para mofa de todos, fue el propio Valadez, junto a Cristina Rodríguez, quien denunció esos convenios.
Si hasta dos Concejales de Hacienda le han dimitido en menos de un año por discrepar de su política económica, pocas coartadas le quedan al máximo regidor para echarle la culpa al PP o al resto de la oposición de la pésima situación en la que se encuentran las arcas municipales, salvo que nos considere a los ciudadanos rematadamente tontos. Como en el cuento de “Pedro y el Lobo”, esta vez parece que el lobo ha llegado de verdad y es hasta posible que se coma, políticamente hablando, al máximo responsable del actual desatino: Valadez.
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