Crónica Negra de la II República


¿No tienes enemigos? ¿Es que jamás dijiste la verdad o jamás amaste la justicia? Santiago Ramón y Cajal.

29 de junio de 2010

Idiotas e idioteces

 ATC.
   Desde luego la afluencia de tanto foráneo residente ha hecho de Estepona un pueblo que ya no es lo que era, en cuanto a tolerancia y respeto se refiere. Y no me refiero precisamente al flujo de inmigrantes laborales extranjeros. Recuerdo que nos decían a los esteponeros, cuando aún teníamos campos abiertos y huertas por doquier antes de que la vorágine del cemento acabara con todo, que era bueno tal afluencia de residentes de fuera porque así el Ayuntamiento tendría más dinero y ofrecería mejores servicios; cuando, en realidad,  tanto residente de fuera y el Ayuntamiento no tiene un duro ni para pagar las nóminas, no hablemos ya de pagar a los acreedores. Y nuestro patrimonio, el de los esteponeros, liquidado. Y no bastante con eso, encima tenemos que soportar sus impertinencias.
    Tengo una perra de siete años de raza pastora alemana. Me dice el presidente de la comunidad donde vivo, un tipo español venido del quinto carajo, como tantos que vienen a romper con la idiosincrasia de los esteponeros, que mi perra debe de ir con bozal en la comunidad, además de llevarlo sujeto, cosa que hago habitualmente y no porque sea una perra peligrosa, sino porque hay que temerle más a los hombres y adonde puedan desembocar sus miedos por los perros, que al peligro que ella pueda suponer.
      Lo único que utiliza mi perro de la comunidad es el tramo desde mi portal a la calle, salida que además la mayoría de las veces hago por el parking. Un parking que, curiosamente, aunque está equipado, debería  estarlo, con sistema antiincendio, el único día que ardió un vehículo de forma provocada,  que era mío, ni funcionó el sistema de alarma ni el de agua de dicho sistema; o sea sé: no funicionó.  ¿O es que ni siquiera existe tal sistema?.  ¿Que están esperando? ¿que alguien ponga la norma cuando ya la tragedia haya sido irremediable?
     Continúa el susodicho forastero  y presidente de la comunidad donde las circunstancias me obligan a residir, explicándome que son "normas de la comunidad". Se referirá a "su comunidad".
     Por lo visto son normas que aprueban cuatro gatos y que nadie cumple porque todos los perros que residen en el edificio van sin bozal y muchos de ellos sueltos; aunque tampoco es que haya tantos. he contado no más de siete. Sin embargo el foráneo se dirige a mí. Todavía estoy esperando que se dirija a mí por el incendio intencionado de mi vehículo que ocurrió hace ya tres o cuatro meses.
    Lo de las normas es muy gracioso. ¿Quiere decir que si la comunidad, o los tres o cuatro únicos propietarios que asisten a sus reuniones, deciden aprobar que todos los hombres, por ejemplo, de la misma vayan con un látigo por las dependencias, infrigirían alguna ley si no lo hicieran así?.
     Parece que existe un deseo, innato en ciertas personas o colectivos, de poder, sustentado en algún complejo de inferioridad que posiblemente arrastren desde pequeños. Así llegan a aprobar normas que son verdaderas idioteces, a la menor oportunidad de ostentar algún cargo por muy vanal e insignificante que éste sea.
     ¿Es que ha ocurrido alguna tragedia o algo parecido en el bloque? No. Entonces  ¿por qué los perros han de ir con bozal del portal a la calle, cuando a lo mejor quien debería de llevar bozal es él?
     Hasta ahí estamos llegando. El otro día estuve en La Quinta Hill  (en Marbella) y tuve que reírme  de hasta donde puede llegar la idiotez. En las normas de uso de las piscinas puede leerse:
     Prohibido ir con mascotas a la piscina. (hasta cierto punto aceptable, aunque no sé por qué, pues si hablamos de educación ya deberían  muchas personas parecerse a los perros)
     Prohibido tirarse al agua de la piscina sin antes ducharse.
     Prohibido ponerse en la hamaca sin toalla.
     Prohibido traer radiocassettes a la piscina...
     Prohibido bañarse a partir de las 10 de la noche
     Y así hasta una serie de 20 recalcitrantes prohibiciones,  como prohibido comer o fumar en el cesped, que a saber cuáles de ellas están avaladas por las leyes, y non son fruto de algún complejo psicológico del presidente de la urbanización, extranjero por supuesto. Sólo quedaba una que dijera: Prohibido bañarse en la piscina.
     Lo que yo digo: estamos haciendo un mundo de idiotas y de idioteces que parece no tener límites. Por cierto la jardinería la lleva una empresa de inmigrantes allí que, tratándose de prohibir, tiene prohibido pasar la cortacesped por los lugares donde haya una cagada de perro. Tal como lo oyen y allí se queda la mierda en medio de toda la praderita de cesped recién cortado. No me extraña que la siguiente norma sea prohibir a los perros que hagan sus necesidades o prohibirlos directamente, ya que lo que no hay, ¿estará prohibido? es un lugar donde ellos puedan expandirse.
     Qué alegría tener tanto tiempo sólo para prohibir con la de problemas que hay en la vida. ¡Qué manera de complicársela!. ¡Qué manada de chiflados se han venido a vivir a la costa! Es inaudito.

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